Desde la semana pasada se desarrollan en nuestra diócesis las Jornadas Penitenciales. En ellas, los sacerdotes se organizan y distribuyen un horario en el que atiende durante buenas horas al día cada parroquia. A cada una le corresponde un día específico. Están siendo días de mucho trabajo sacerdotal administrando este sacramento, y también días en los que muchos fieles de esta diócesis han encontrado, a través del perdón del Señor, la paz y la alegría.
El pasado 18 de marzo S.S. Benedicto XVI subrayó que el amor misericordioso de Dios es infinito, y llega al punto de entregar a su único Hijo como rescate por nuestros pecados. Por ello, advirtió, nuestra responsabilidad es grande: “Cada uno ha de reconocer que está enfermo para poder ser curado; cada uno debe confesar su propio pecado para que el perdón de Dios, ya donado en la cruz, pueda hacer efecto en su corazón y en su vida”.
Secundemos la voz del Papa y preparémonos interiormente para celebrar los misterios de nuestra salvación en la ya próxima Semana Santa.
“A veces -continuó el Pontífice- el hombre ama más las tinieblas que la luz, porque se aferra a sus pecados. Pero la verdadera paz y la verdadera alegría solamente se alcanzan abriéndose a la luz y confesando sinceramente las propias culpas a Dios. Es importante, entonces, acercarse con regularidad al sacramento de la penitencia, especialmente en Cuaresma, para recibir el perdón del Señor e intensificar nuestro camino de conversión”.
Preparemos con una buena confesión los días que nos disponemos a vivir próximamente.
Preparemos con una buena confesión los días que nos disponemos a vivir próximamente.
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