sábado, 12 de septiembre de 2015

HASTO PRONTO QUERIDO P. LEE

Con sentido de Fe hemos despedido a nuestro querido y amado P. Lee. En medio de la tristeza y la nostalgia pero sostenidos por la Esperanza, como Diócesis nos hemos reunido alrededor del Altar durante estos dias, para manifestar gratitud a Dios por los fructiferos 34 años de vida y 7 de sacerdocio del P. Lee. Confiamos en la Misericordia de Dios quien lo probó y preparó durante este último año de batalla, saliendo vencedor. De ésta manera hizo suyas los mismos sentimientos del Apóstol: "He combatido bien mi combate, he alcanzado la meta, he guardado la Fe" (2Tim. 4,7). Los que nos quedamos solamente nos queda decirle, ahora que está en el cielo: Hasta pronto querido y amado P. Lee.

Mientras seguimos contemplando las fotografias que, gracias a muchisimas personas han sido publicadas durante estos días, sigamos reviviendo los distintos momentos vividos en la despedida del P. Lee. Mientras lo hacemos, coloco una hermosa dedicación escrita para Lee bajo el título de "El Domingo sin ocaso" y que nos ha llegado desde Madrid por parte de nuestro querido amigo sacerdote P. Angel Mario (Angello Giussepe). Gracias P. Angel Mario.


"Qué pronto llegó para ti P. Lee. Quien iba a pensar que tu ministerio entre nosotros, duraría solamente siete años. Vienen ahora a mi memoria los preparativos de tu primera misa, elegiste el prefacio dominical X, El Día del Señor.

 Cuánto empeño pusiste en la preparación, cuidaste cada detalle, fuiste dándome instrucciones, mientras repasábamos el ordinario de la misa. A pesar de que tú eras más diestro como ceremoniero, pediste que yo te ayudara y acompañara, durante la celebración, fuiste dócil a lo que yo te iba diciendo. La ilusión de aquel primer día, la conservaste en cada Eucaristía. Quienes te tuvimos cerca, de ello fuimos testigos. Ritos, vasos, ornamentos, cantos y todo aquello que se refería a las celebraciones litúrgicas las querías “a punto”, no dejabas escapar detalles. La liturgia era tu pasión. Cuánto aprendimos quienes te vimos celebrar. Ahora que te has marchado déjanos parte de “tu espíritu de la liturgia”, para que nosotros, errantes peregrinos, que aún seguiremos “reuniéndonos en la escucha de la Palabra, comulgando el Pan único y partido, celebrando el memorial del Señor Resucitado y esperando el domingo sin ocaso”, hagamos de nuestras celebraciones un auténtico reflejo de la Liturgia celestial.

 “Has participado en una noble competición, has llegado a la meta en la carrera, has conservado la fe”, vive pues en el Domingo sin ocaso, entra en el Descanso de tu Dios, contempla para siempre el Rostro de tu Señor a quien serviste entre los hijos de Adán, canta para siempre su misericordia, ya te has unido a los ángeles y a los santos con gozosa alegría para cantar el himno de gloria.”


Esta noche al celebrar la Eucaristía, en la soledad y el silencio de la capilla del Colegio Mayor, he dado gracias a Dios por las misericordias que hizo en ti. Uniéndome espiritualmente a quienes celebrarán tu funeral en el Santuario Corazón de Jesús, he pedido al Buen Dios, en comunión con todos aquellos que han celebrado tus exequias, “que participes eternamente en la gran asamblea de su reino, que llegues a disfrutar a plena luz, en la realidad de la gloria, los misterios que administraste en la fe mientras vivías, que te reciba en la asamblea jubilosa de los santos, que te alcance su misericordia y que vivas ahora feliz de su presencia. Que así como has compartido ya la muerte de Jesucristo compartas también con Él la gloria de la resurrección”.
 Me encomiendo a tu intercesión, se que desde el cielo me ayudarás. Si cuando vivías entre nosotros supiste ayudarme, cuánto más ahora que estás en el cielo.

Un día fui tu ceremoniero, se tú desde ahora mi ceremoniero, enséñame a tratar bien al Señor, en cada Eucaristía, puesto “que es Hijo de Buen Señor”.

Gracias Padre Lee. Los padres de “la vicaría de Comalapa” te echaremos en falta, 



pero sabemos que desde el cielo nos acompañas.


Hasta pronto Padre Lee


Reserva para nosotros un sitio en el cielo, 


para que un día celebremos juntos "el Domingo sin ocaso". 


Madrid 12 de septiembre de 2015.



"Esta semana, en nuestra diócesis Sololá – Chimaltenango, estamos viviendo la experiencia de la muerte del P. Lee. Sacerdote comalapense, de treinta y cuatro años de edad y siete de ministerio, tras haber batallado un año contra la enfermedad, el Buen Dios ha querido llevárselo. Cuántos recuerdos vienen a la memoria de quienes tuvimos ocasión de conocerle. En mi caso desde mi pueblo, puesto que somos paisanos, luego en el seminario y después en la vida sacerdotal. He visto varias publicaciones en el Facebook en las que se hablan de las obras buenas que hizo durante su ministerio sacerdotal.


Por eso al leer el evangelio de este domingo y al vivir la experiencia de la muerte del P. Lee, me he preguntado si yo todo lo he hecho bien. Obviamente la respuesta es: No. Pero el buen Dios me tiene aún con vida y cada día me da la oportunidad para enmendarme y corregirme, para hacer nuevos propósitos, o renovar aquellos que ya he iniciado. No todo lo he hecho bien. Dios me llena de su gracia para avanzar en el camino del bien, pero dejándome arrastrar por mi flaqueza humana me dejo vencer por el mal. Siendo así que hago mías las palabras de san Alfonso Ma. De Ligorio al decir que “mis pecados no merecen uno sino mil infiernos”, pero Dios que es misericordioso aún no me ha llamado a su presencia; “¡hay si en pecado grave sorprende al pecador!”, dice el Pobre de Asís.


Que santa María esperanza nuestra, nos aliente siempre en el bien obrar.



Madrid, 6 de septiembre de 2015.

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