Mensaje
para el Adviento de monseñor Gonzalo de Villa, obispo de Sololá-Chimaltenango
Panajachel,
23 de noviembre de 2012
Queridos sacerdotes, religiosos
y religiosas, seminaristas y laicos de nuestra diócesis:
El 1 de Diciembre en la tarde
comienza el Adviento, un hermoso tiempo en el calendario litúrgico que marca la
espera, la esperanza, que nos abre el camino a la reflexión y a la conversión.
El Adviento es el tiempo en que esperamos la llegada del Mesías, en que nos
preparamos para la Navidad, para la celebración, un año más, del nacimiento del
Salvador.
El Adviento es también tiempo
de conversión. El nacimiento de Juan el
Bautista y su misión de precursor nos presenta a un personaje íntimamente
vinculado con el Adviento. En él encontramos no solo a alguien de la familia de
Jesús sino también alguien cuya concepción fue milagrosa -sus padres eran de
avanzada edad-, alguien que mostró su alegría, ya antes de nacer, ante la
presencia de la Madre de Dios. Su misión en el Jordán nos presenta a alguien
que abre el camino al que ha de venir después de él. Es una misión de llamada a la conversión, de
arrepentimiento de los pecados y de un llamado a cambiar de vida y, sobre todo,
a tener a Dios como centro de la vida.
Nosotros también meditaremos en
estos próximos días la lectura de los textos sobre el precursor. Ahí nos
podremos preguntar sobre nuestra familiaridad con Jesús. ¿Nos sentimos cerca
del Señor? ¿Lo queremos tener por Rey? ¿Queremos cambiar nuestra vida y nuestro
corazón para que éste esté preparado como pesebre humilde en el que el Señor se
digne nacer?
Los invito a que nos pongamos
en oración meditando las escenas evangélicas propias del tiempo. ¿Qué tenemos
que aprender de Zacarías, el padre del Bautista? A él le faltó la fe pero
también recibió después el don de la palabra para anunciar, desde la fe, las
maravillas que el Señor había obrado en él. De Isabel, la mujer anciana y con
las esperanzas perdidas de poder dar a luz un hijo, podemos aprender la virtud
de la esperanza, que espera contra todo juicio humano a contemplar las
maravillas del Señor. Del Bautista, pataleador en el vientre de su madre,
podemos aprender a exultar de alegría ante la presencia de la Virgen María, ya
grávida de su hijo Jesús, nuestro Señor.
De Juan Bautista, predicando en
el desierto y bautizando en las orillas del Jordán podemos aprender a seguir el
plan de Dios en nuestra vida. Su predicación llama a la conversión y al
arrepentimiento. A nosotros hoy también el Señor nos llama a la conversión, que
significa volver nuestro corazón hacia el Señor para que con fe podamos
reconocer lo alejados que a veces nos colocamos ante el Señor. Acercarnos al
Señor es el sentido primario del Adviento así como también lo es arrepentirnos
de nuestros pecados, vale decir, de todo aquello en que por egoísmo nos
alejamos del Señor.
En el Año de la Fe en que
estamos nos sentimos invitados a profundizar nuestra fe pero también a volverla
fuerte y tierna hacia ese Dios que se abaja hasta hacerse recién nacido para
nuestra salvación.
El Adviento es también tiempo
alegre en que esperamos con ansia la llegada de la Navidad. Es tiempo de
ejercer la solidaridad hacia los hermanos más necesitados como manifestación de
que nuestra fe es viva y actuante. En ese sentido recordemos en nuestra oración
y en nuestro esfuerzo caritativo a los hermanos damnificados por el terremoto
del 7 de Noviembre.
Que el Señor nos ayude entonces
a vivir estas semanas con alegría y expectación cristiana, con el deseo de
convertirnos y volvernos hacia el Señor. Que San Juan Bautista, protagonista
del Adviento nos ayude a reconocer a Jesús como el Cordero de Dios que llega a
nosotros y que, finalmente, la Virgen María, en su advocación como Inmaculada
Concepción, nos haga sentir la disposición interior para hacer de nuestra vida
una vida consagrada al Señor.
Con mi bendición,
X Gonzalo de Villa sj
Obispo
de Sololá-Chimaltenango