En medio del dolor, la esperanza.

Este fin de semana que está a punto de terminar ha sido marcado, de nuevo, por el dolor. Dadas las intensas y constantes lluvias que se han producido en Guatemala, varios derrumbes  han cobrado víctimas por buena parte de su geografía. La Diócesis de Sololá-Chimaltenango no ha sido excepción. En la carretera interamericana, km. 81, han perdido la vida cerca de 20 personas que viajaban en un autobús, provenientes de Panabajal.  En la misma carretera, km. 171, han muerto más de 40 personas, quienes mientras realizaban trabajos de rescate   les ha caído un fatal derrumbe. Cabe mencionar que entre éstos se encuentra don Diego Cotiy, papá del Seminarista Menor Manuel Cotiy, de Quinto Bachillerato. Manifestamos a la familia de Manuel nuestro sentido pésame, a la vez que elevamos sufragios a Dios nuestro Señor por el descanso eterno de todas las víctimas.

Hemos vuelto a comprobar lo frágil y vulnerable de nuestra tierra ante tanta lluvia. Víctimas fatales, heridos, familias sin hogar, carreteras interrumpidas y un largo etc. Sin embargo, es el momento de levantar la vista y mirar para arriba. Que el bosque no nos impida ver el horizonte. Que acompañemos a nuestros hermanos que sufren, cada uno haciendo lo que tiene a su alcance. Mucho o poco que podamos hacer, no importa. Cada quien puede hacer algo. Será como la gota en el oceáno, pero al oceáno le faltaría aquella gota si ésta dejara de caer.

La fe ilumina nuestro camino, sobre todo cuando toca recorrerlo con dolor. Nos brinda esperanza. Acompañemos a nuestro hermanos que sufren y hagámosles palpar, a través de la caridad cristiana, la esperanza que no defrauda.