Mientras van pasando los días ha dejado de ser noticia la tragedia ocasionada por el volcán de fuego. Uno de los volcanes en Guatemala situado entre los departamentos de Sacatepéquez, Escuintla y Chimaltenango, al centro-sur de Guatemala. Es uno de los más impresionantes de Centroamérica. Sus erupciones son violentas, y probablemente es el volcán más activo desde la Conquista, a tal extremo que se afirma que el conquistador Pedro de Alvarado pudo verlo en erupción en el año de 1524, según el mismo lo reportó en epístolas. Su nombre indígena en cakchiquel se dice "Chi'gag", que se traduciría al español como "donde está el fuego". Quién pensaría que manifestaría su fuerza destructora aquel 03 de junio con la cantidad de flujos piroclásticos que emitió. Desapareció totalmente un paraje ubicado justamente por donde pasó el río de material volcánico. Han sido aproximadamente un centenar de muertos y otro de desaparecidos. En los alberges se tienen a centenares de personas que perdieron todo. La realidad que ellas viven es dura y sólo ellas además sabrán lo que ha significado que hayan sido víctimas de este desastre natural. Muchos de nosotros solamente oímos o vemos de ese sufrimiento. Gracias a Dios muchas personas se están organizando para brindarles ayudas humanitarias, pero nuestra solidaridad con ellos debe continuar con lo que se pueda. Creo que las ayudas humanitarias están abasteciendo sus necesidades pero no será para mucho. Pensemos cómo recuperaran sus viviendas y normalizar su ritmo de vida.
Como Iglesia agradecemos a varias parroquias que han tenido iniciativas de unirse a estas víctimas. Se ha previsto que para el primer domingo del mes de julio se recaude voluntariamente una ofrenda económica para brindarles también este tipo de ayuda, necesaria para recuperen sus viviendas . Pedimos a Dios para por ellas y les animamos para que no pierdan la esperanza de retomar un día su vida norma.
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