lunes, 30 de septiembre de 2013

ENTREVISTA DEL PAPA FRANCISCO A 16 REVISTAS JESUITAS DE VARIOS PAÍSES

Los días 19, 23 y 29 de agosto, el Papa concedió una entrevista a 16 revistas jesuitas de cultura, realizada por el jesuita italiano Antonio Spadaro S.J., director de La Civiltà Cattolica. En la entrevista el Romano Pontífice ofrece su visión sobre temas como el gobierno de la Iglesia, el ecumenismo, cuestiones morales o la experiencia cristiana, además desvela mucho de su sentir como jesuita, de su pasado o de la espiritualidad ignaciana.

Según el entrevistador, P. Spadaro, “ha sido más una conversación que una entrevista”.

Sin deseos de manipular el contenido de esta entrevista, ni traicionar a su sentido verdadero hago una recopilación del contenido para facilitar de alguna manera la llegada de este mensaje.

1. ¿QUIÉN ES JORGE MARIO BERGOGLIO?

“Pero la síntesis mejor, la que me sale más desde dentro y siento más verdadera es esta: “Soy un pecador en quien el Señor ha puesto los ojos”. Y repite: “Soy alguien que ha sido mirado por el Señor. Mi lema, ‘Miserando atque eligendo’, es algo que, en mi caso, he sentido siempre muy verdadero”.

2. Y PARA UN JESUITA, ¿QUÉ SIGNIFICA SER PAPA?

“El discernimiento”, responde el papa Francisco. “El discernimiento es una de las cosas que Ignacio ha elaborado más interiormente. Para él, es un instrumento de lucha para conocer mejor al Señor y seguirlo más de cerca. Me ha impresionado siempre una máxima con la que suele describirse la visión de Ignacio: Non coerceri maximo, sed contineri minimo divinum est. He reflexionado largamente sobre esta frase por lo que toca al gobierno, a ser superior: no tener límite para lo grande, pero concentrarse en lo pequeño.

3. ¿POR QUÉ SE HIZO JESUITA?

“Quería algo más. Pero no sabía qué era. Había entrado en el seminario.

Me atraían los dominicos y tenía amigos dominicos. Pero al fin he elegido la Compañía, que llegué a conocer bien, al estar nuestro seminario confiado a los jesuitas. De la Compañía me impresionaron tres cosas: su carácter misionero, la comunidad y la disciplina.

4. ¿CUÁL FUE SU EXPERIENCIA DE GOBIERNO?

“En mi experiencia de superior en la Compañía, si soy sincero, no siempre me he comportado así, haciendo las necesarias consultas. Y eso no ha sido bueno. Mi gobierno como jesuita, al comienzo, adolecía de muchos defectos.

Corrían tiempos difíciles para la Compañía: había desaparecido una generación entera de jesuitas. Eso hizo que yo fuera provincial aún muy joven. Tenía 36 años: una locura. Había que afrontar situaciones difíciles, y yo tomaba mis decisiones de manera brusca y personalista.

5. ¿QUÉ SIGNIFICA EXACTAMENTE PARA EL PAPA SENTIR CON LA IGLESIA?

“Una imagen de Iglesia que me complace es la de pueblo santo, fiel a Dios. Es la definición que uso a menudo y, por otra parte, es la de la Lumen Gentium en su número 12. La pertenencia a un pueblo tiene un fuerte valor teológico: Dios, en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana. Dios entra en esta dinámica popular”.

LA SANTIDAD: “Yo veo la santidad en el pueblo de Dios, su santidad cotidiana. Existe una ‘clase media de la santidad’ de la que todos podemos formar parte, aquella de que habla Malègue”.

“Veo la santidad –prosigue el Papa– en el pueblo de Dios paciente: una mujer que cría a sus hijos, un hombre que trabaja para llevar a casa el pan, los enfermos, los sacerdotes ancianos tantas veces heridos pero siempre con su sonrisa porque han servido al Señor, las religiosas que tanto trabajan y que viven una santidad escondida. Esta es, para mí, la santidad común. Yo asocio frecuentemente la santidad a la paciencia: no solo la paciencia como hypomoné, hacerse cargo de los sucesos y las circunstancias de la vida, sino también como constancia para seguir hacia delante día a día. Esta es la santidad de la Iglesia militante de la que habla el mismo san Ignacio. Esta era la santidad de mis padres: de mi padre, de mi madre, de mi abuela Rosa, que me ha hecho tanto bien. En el breviario llevo el testamento de mi abuela Rosa, y lo leo a menudo: porque para mí es como una oración. Es una santa que ha sufrido mucho, incluso moralmente, y ha seguido valerosamente siempre hacia delante”.

6. IGLESIAS JÓVENES E IGLESIAS ANTIGUAS

“Las Iglesias jóvenes logran una síntesis de fe, cultura y vida en progreso diferente de la que logran las Iglesias más antiguas.

7. “¿QUÉ PUESTO ESPECÍFICO TIENEN HOY EN LA IGLESIA LOS RELIGIOSOS Y LAS RELIGIOSAS?”

“Los religiosos son profetas. Son los que eligieron un modo de seguir a Jesús que imita su vida con la obediencia al Padre, la pobreza, la vida de comunidad y la castidad. En este sentido, los votos no pueden acabar convirtiéndose en caricaturas, porque cuando así sucede, por ejemplo, la vida de comunidad se vuelve un infierno y la castidad una vida de solterones.

8. “¿QUÉ PIENSA DE LOS DICASTERIOS ROMANOS?”

“Los dicasterios romanos están al servicio del Papa y de los obispos: tienen que ayudar a las Iglesias particulares y a las conferencias episcopales. Son instancias de ayuda. Pero, en algunos casos, cuando no son bien entendidos, corren peligro de convertirse en organismos de censura.

9. “¿QUÉ HIZO EL CONCILIO VATICANO II?”

“El Vaticano II supuso una relectura del Evangelio a la luz de la cultura contemporánea. Produjo un movimiento de renovación que viene sencillamente del mismo Evangelio. Los frutos son enormes. Basta recordar la liturgia”.

10. “¿CUÁL DEBE SER EL PAPEL DE LA MUJER EN LA IGLESIA?

“Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del ‘machismo con faldas’, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón.

11. “SANTIDAD, ¿CÓMO SE HACE PARA BUSCAR Y ENCONTRAR A DIOS EN TODAS LAS COSAS?”

“Es verdad que tenemos la tentación de buscar a Dios en el pasado o en lo que creemos que puede darse en el futuro. Dios está ciertamente en el pasado porque está en las huellas que ha ido dejando. Y está también en el futuro como promesa. Pero el Dios ‘concreto’, por decirlo así, es hoy. Por eso las lamentaciones jamás nos ayudan a encontrar a Dios.

12. CERTEZAS Y ERRORES

“Sí, este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas deja siempre un margen a la incertidumbre. Debe dejarlo. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien. Yo tengo esto por una clave importante. Si uno tiene respuestas a todas las preguntas, estamos ante una prueba de que Dios no está con él.

13 “¿DEBEMOS SER OPTIMISTAS?

“No me gusta mucho la palabra ‘optimismo’ porque expresa una actitud psicológica. Me gusta más usar la palabra ‘esperanza’, tal como se lee en el capítulo 11 de la Carta a los Hebreos.

14 ¿CÓMO SE ENTIENDE EL HOMBRE A SÍ MISMO?

“El hombre va a la búsqueda de sí mismo, y es natural que en esta búsqueda pueda cometer errores. La Iglesia ha vivido tiempos de genialidad, como por ejemplo el del tomismo. Pero también vive tiempos de decadencia del pensamiento. Por ejemplo: no debemos confundir la genialidad del tomismo con el tomismo decadente. Yo, desgraciadamente, estudié la filosofía en manuales de tomismo decadente. En su pensamiento sobre el hombre la Iglesia debería tender a la genialidad, no a la decadencia”.

LA ORACIÓN: “La oración es para mí siempre una oración ‘memoriosa’, llena de memoria, de recuerdos, incluso de memoria de mi historia o de lo que el Señor ha hecho en su Iglesia o en una parroquia concreta. Para mí, se trata de la memoria de que habla san Ignacio en la primera Semana de los Ejercicios, en el encuentro misericordioso con Cristo Crucificado. Y me pregunto: ‘¿Qué he hecho yo por Cristo? ¿Qué hago por Cristo? ¿Qué debo hacer por Cristo?’. Es la memoria de la que habla también Ignacio en la Contemplación para alcanzar amor, cuando nos pide que traigamos a la memoria los beneficios recibidos. Pero, sobre todo, sé que el Señor me tiene en su memoria. Yo puedo olvidarme de Él, pero yo sé que Él jamás se olvida de mí. La memoria funda radicalmente el corazón del jesuita: es la memoria de la gracia, la memoria de la que se habla en el Deuteronomio, la memoria de las acciones de Dios que están en la base de la alianza entre Dios y su pueblo. Esta es la memoria que me hace hijo y que me hace también ser padre”.

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