Con el tiempo de adviento que iniciaremos este
fin de semana, la Iglesia inaugura un nuevo año litúrgico y, al mismo tiempo,
se prepara para el gran evento de la navidad. Propiamente dicho, el adviento es
un tiempo que de cuatro semanas (4 domingo antes de navidad) que tienen como
finalidad disponer los corazones para la venida del Señor.
En cuanto terminología, adviento es una
expresión de origen latina derivada de adventus
que significa venida o llegada. De aquí se desprende que este tiempo sea de
preparación para la llegada del Señor en Navidad. Sin embargo, el tiempo de
adviento no solo tiene un carácter eminente, es decir la preparación para la
celebración del nacimiento de Jesús, sino también un carácter escatológico. En
este sentido al adviento es una invitación a disponernos como hijos al
encuentro definitivo con el Hijo de Dios que, al final de los tiempos, como nos
recordará el evangelio del primer domingo, vendrá con poder y gloria y rodeado
por todos sus ángeles para la liberación del género humano.
En este contexto, el adviento se convierte en
un tiempo de alegría, pues, nos prepara para el encuentro definitivo con Cristo
que viene para llevarnos a Dios, nuestro padre. Con este sentimiento de alegría
oremos también nosotros con la oración colecta del prime domingo “concédenos,
Dios todopoderoso, el deseo de salir al encuentro de Cristo, tu hijo, que viene
a nosotros, para que, mediante la práctica de las buenas obras y colocados a su
derecha y merezcamos poseer el reino celestial. Amen”